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Juan Chiviro (Cyclarhis gujanensis)
Se le denomina vireón cejirrufo (en Costa Rica, México y Nicaragua), alegrín de cejas rojizas , juan chiviro (en Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay), vireo cejirrufa (en Honduras), verderón cejirrufo (en Colombia), vireón ceja rufa o de ceja rufa (en Perú y México) o sirirí (en Venezuela.
Los adultos miden unos 15 cm de longitud y pesan unos 28 g. Tienen una cabeza voluminosa y con un pico ancho y algo curvado hacia abajo de color gris negruzco por debajo y gris rosáceo en su parte superior. Su cabeza es gris con dos bandas con una lista superciliar rojiza. Las partes superiores del cuerpo son verdes y su cuello y pecho amarillentos que se difumina hasta hacerse blanquecino en el vientre. La subespecie ochrocephala que se encuentra en el sureste de su área de distribución tiene la ceja rojiza más pequeña y el píleo, mientras que la subespecies virenticeps, contrerasi y saturata que se encuentran en el noroeste de Perú y el oeste de Ecuador tienen la nuca y la cara amarillo verdosas (no grises como en la nominal). Las patas son rosadas.5 Las poblaciones de esta especie presentan una enorme variación en el color de los ojos o del iris, del rojo al amarillo, anaranjado o marrón oscuro, tal vez en función de la edad, siendo común a todas las subespecies.
El Crespín
El Crespín es un ave solitaria que puebla los bosques del Chaco y los montes santiagueños su particularidad es la de emitir un silbido particular durante su período anual de celo, que coincide con las festividades de los Santos Difuntos, en el verano sudamericano.
Es un pájaro del tamaño de un gorrión. Tiene la cola larga y las alas cortas. Su canto parece decir: «cres… pín… cres… pín… Se lo ve en tiempos de la cosecha del trigo, en el centro y noroeste argentino, y su canto otorga cierta tristeza al paisaje.
LA LEYENDA:
Dicen que Crespín tenía una hermosa mujer como esposa, que se amaban, pero ella sentía una afición incontrolable por el baile. Este fanatismo por la danza causaba varias peleas, tantas que finalmente un día desembocaron en el abandono de la mujer a su marido. Así podía bailar hasta el amanecer en cuanta bailanta se la invitara.
Cierta vez tuvo noticias de una grave enfermedad de Crespín. Respondiendo a su sincero amor concurrió al rancho, donde encontraba su marido en estado delicado. Al verlo así, urgentemente salió a buscar el remedio indicado para curar a su amado, pero en el camino, cerquita del pueblo, se encontró con un concurrido baile. Ella, no pudo resistir sus ganas de danzar y se quedó hasta el final.
Cuando regreso al rancho, su esposo yacía muerto. Como castigo por tal abandono se transformó en un solitario pájaro, que vaga llamando incesantemente a su marido, Crespín… Crespín… Crespín…