Habita sabanas y estepas del norte y centro de Argentina. Recorredora. Inquieta.
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Benteveo cazando
Nido y huevos de colibri – Mellisuga helenae
Cuando contemplamos el bosque, nos llama mucho la atención verlos volar hacia adelante, hacia atrás, hacia arriba y hacia abajo. De todos los animales que han conquistado el espacio aéreo, es quizás el que mejor domina el arte de volar.
Los colibríes pertenecen al orden de los Apodiformes y a la familia Trochilidae. Son aves que se caracterizan por su pequeño tamaño , van desde los 5 cm hasta los 20 cm. Existen alrededor de 330 especies de colibríes y viven solamente en América. La familia de los colibríes se extiende desde Alaska hasta Tierra del Fuego, pero la mayor parte se concentra en los trópicos.
En la mayoría de los casos, la coloración de los sexos es diferente. El pico es en forma de lezna, delgado, agudo; recto o arqueado. En varias ocasiones alcanza la longitud de la cabeza y en otras es tan largo como el cuerpo y la cabeza juntos. La lengua es muy larga, bifurcada y tubular, o bien, acabada en una formación peluda, apta para succionar el néctar o capturar insectos. Las patas son cortas y débiles, por lo que únicamente las utilizan para posarse y no para caminar.
Hornero cuidando su casa
«Romance»
Yararà o vìbora de la cruz – Bothrops alternatus – El Churqui, Dpto. Jimenez
De las víboras venenosas que habitan en el país es la que mayor cantidad de accidentes provoca. Es de color amarronado o grisáceo, pupila vertical, foseta loreal (órgano termosensible ubicado a ambos lados del hocico, entre el ojo y la nariz), y manchas arriñonadas (en medialuna o cuadrangulares). Aunque hay variaciones como la yarará crucera (o de la cruz), que mide unos 150 cm y presenta sobre la cabeza líneas formando una cruz blanca; la yarará chica es similar a la descripta pero un tanto mas pequeña; y la yarará ñata es de hocico respingado y vientre amarillo con manchas marrones.
En todos los casos los dientes inoculadores son solenoglifos (retráctiles, guardados dentro de vainas mucosas), y parecen dos agujas hipodérmicas.
Los accidentes que producen pueden ser mortales, ya que el veneno es:
de acción proteolítica(destruye tejidos).
coagulante (provoca hasta incoagulabilidad sanguínea).
hemorrágica (por lesión de vasos sanguíneos).
Actividad
La yarará sale a cazar cuando cae la tarde, que es la hora en la que abundan sus presas favoritas, los roedores -lauchas de campo, ratas conejo, ratas coloradas y cuises pampeanos-, a los que puede rastrear mediante su «olfato» y cuyo paso nocturno acecha.
Periódicamente la yarará se desnuda de su piel. La epidermis se desprende poco a poco, ayudada por movimientos especiales, y acaba por caer. El período de la muda suele ir seguido de un incremento en la actividad de caza; la yarará debe resarcirse del desgaste que implicó el cambio.
La yarará es, como todos los reptiles, poiquiloterma, o sea de temperatura variable, dependiente de la temperatura ambiental. La yarará, por sus hábitos crepusculares y nocturnos evita los rigores del. Durante el día permanece oculta en refugios naturales, debajo de piedras, en huecos y hendiduras. En algunas zonas templadas, donde el invierno es bastante riguroso, recurre a la hibernación, ese modo de suspender en una especie de largo sueño todas las actividades vitales, reduciendo la vida a sus umbrales más bajos para así resistir el invierno.
La yarará pasa esos largos meses de ayuno en algún escondrijo natural o bien en cuevas abandonadas a menudo por los roedores.
Biología general
La primavera desencadena el proceso reproductivo. La cópula está precedida de un complejo ritual de acercamiento, una especie de danza nupcial en la que macho y hembra se enfrentan, elevando el cuerpo, meciéndose y tocándose largamente.
La yarará, como algunas otras víboras, es ovovivíparas, es decir que su sistema de reproducción es una combinación de oviparismo y viviparismo. Los huevos contienen el alimento que necesita el embrión para desarrollarse y no hay ninguna conexión entre éste y la madre, a diferencia de lo que sucede en el caso de los vivíparos. Sin embargo, el desarrollo de ese embrión no ocurre fuera de la madre sino dentro de sus oviductos.
Como la permanencia en el interior del cuerpo de la madre los mantiene al abrigo de todo accidente o agresión externa, los embriones no necesitan la fuerte protección del cascarón y se desarrollan dentro de una membrana transparente.
La hembra da a luz un viborezno aproximadamente cada diez minutos, hasta completar un número de entre doce y dieciséis crías de alrededor de treinta centímetros de largo. Cada una nace envuelta en esa membrana transparente pero ya perfectamente formada, y rompe de inmediato la protección que la recubre. A los veinte minutos de nacer los viboreznos son capaces de desempeñarse solos. Sus colmillos ya contienen veneno, su actitud es agresiva y son muy capaces de cazar y engullir una presa pequeña.
Bio-ecología
Las presas más frecuentes de la yarará son los roedores, principalmente la laucha de campo, la rata conejo, la rata colorada y el cuis pampeano. Su principal depredador es la luta o mussurana, aunque también se menciona a los halcones y la cigüeña común.
(víboras, culebras, lagartijas), ranas, moluscos, cangrejos, insectos (mariposas, langostas, etc.) y una variada serie de peces de agua dulce. Se constituye así una dieta de amplio espectro, cuyos componentes varían de acuerdo con la disponibilidad de los mismos a lo largo del año o según las zonas.
Su futuro
La yarará es, sin duda, temible para el hombre, y sin embargo, sería un error considerarla su enemiga. Dentro de su ecosistema es una importante controladora de la población de los roedores, especies sumamente prolíficas que, sin esos adecuados controles naturales, acarrearían notables perjuicios a la vegetación en general y, particularmente, a la agricultura.
Tordo Músico (Molothrus badius) – Toro Pozo, Dpto. Jimenez
Características:
Nombre Vulgar: Tordo Músico, Músico, Vaquero Músico, Tordo Mulato, Tordo Bayo.
En esta especie los sexos son semejantes. El plumaje del cuerpo es gris parduzco, con una mancha negra entre el ojo y el pico. Su cola es negra como así también el pico y las patas. Las alas, dejan entrever un contrastante color canela. Particularmente, el nombre de la especie con la que se lo bautizó es «badius». Este término hace referencia al color general de su plumaje, por cuanto indica el color del dátil maduro (baya-badius) que es castaño o pardo rojizo. Por lo general anda en pequeñas bandadas de 10 a 30 individuos. No son migratorios, pero en invierno viajan mucho de un lugar a otro, sin extender sus viajes más de unos pocos kilómetros en todas direcciones. Su extrema sociabilidad afecta sus hábitos nidíferos, pues a veces, la bandada no se rompe en primavera, y varias hembras ponen juntas en un nido. Por lo general la bandada se deshace en parejas. Luego construyen un nido prolijo y bien hecho en la horqueta de una rama. Es también frecuente verlos comprometidos en gran lucha para tomar posesión de algún nido realizado con gran cantidad de ramas; para en él o sobre él, construir su propio nido.
Picaflor común (Chlorostilbon aureoventris) – Gramilla, Dpto. Banda
Características:
En nuestro país hay 28 especies distintas.
Su vuelo tan caracterítico se debe a la rapidez con que mueve sus alas, así se suspenden en el aire e incluso pueden volar hacia atrás.Sus patas que son cortas y frágiles, no le permiten caminar, sólo se posan en ramas.
Benteveo Común (Pitangus sulphuratus) – Chaupi Pozo, Dpto. Banda
Características:
El benteveo común pertenece a la familia Tiránidos, orden Paseriformes. Se clasifica como ‘Pitangus sulphuratus’. Tanto el macho como la hembra son similares.
Mide entre 22 cm 25 cm de longitud. Su cabeza es grande, con listas blancas y negras y el píleo amarillo. El dorso, las alas y la cola son pardos, el vientre y el pecho, amarillos. Sus patas son de color negro al igual que su pico, el que es muy robusto.
Se alimenta sobre todo de insectos , aunque puede comer también peces, reptiles y frutas.
Es frecuente observar que se lo encuentra en lagunas, bañados y ríos, también en huertas, parques, jardines y praderas, cerca de los ríos. Pero en ocasiones se lo puede hallar en lugares muy secos. Anida en los árboles . Su reclamo es muy potente y llamativo; es gritón y bullanguero.
El benteveo vuela como si le pesara el cuerpo y acostumbra a «halconear» antes de lanzarse a su presa.
En su canto parece que emitiera el sonido de su nombre: benteveo, o «quinto ve», como se lo denomina en algunas regiones de Argentina..
Se alimenta de muy diferentes maneras; come de las plantas o del suelo, cazan insectos al vuelo y pescan como el «Martín pescador».
Construyen sus nidos en árboles o arbustos, hechos de pajas, hilos, lana, palitos, etc. y en la entrada más bien alta, ponen materiales suaves, como plumas, en forma algo desordenada. Nidifican de agosto a marzo.
Ponen hasta cinco huevos de color blanquecino, con manchitas rojo negruzco.
Es buen padre y a sus pichones puede llegar a darles de comer insectos, gusanos, langostas, peces, renacuajos, granos o lombrices.
Manso, tranquilo, incapaz de comenzar peleas con otros pájaros, es bravo cuando pelea defendiendo a sus pichones.
Se distribuye en todo el país desde Chubut hacia el norte.
Hay otra raza del benteveo, llamada Pitangus sulphuratus bolivianus que también se distribuye en todo el país al norte de Chubut, pero con excepción de la meseta misionera.
Hornero (Furnarius rufus) – Charco Viejo, Dpto. Río Hondo
Caracteristicas:
El nido es construido en otoño, y ambos miembros de la pareja intervienen en su edificación. Durante esa época las glándulas salivales se hipertrofian (funcionan más, utilizando esa saliva para cementar los materiales utilizados). Acarrean con sus picos el barro, al que le agregan raíces y pastitos, y así van dando forma al horno. Para su emplazamiento eligen por lo general lugares visibles: ramas gruesas de árboles, postes y techos. Consta de dos cámaras, una anterior, de entrada, separada por un tabique de la posterior para incubación y cría. Aunque se conservan durante 2 o 3 años, cada temporada construyen 1 o 2 nidos nuevos, a veces uno encima del otro, como un edificio. Los nidos abandonados son disputados por ratoneras, jilgueros, golondrinas y gorriones.